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domingo, 15 de abril de 2018

Buscándote

Haber llegado a las 850.000 visitas en este blog no es cosa menor. Y pensando en que estos principios de siglo son profundamente melancólicos, y que esa melancolía se fundamenta en el desarraigo, en los desplazamientos de masas de ciudadanos que huyen de situaciones complejas en sus países, me lleva a concluir en que el tango es también una fuente de conocimiento que puede combatir esa melancolía.

Sin filigranas manieristas, aprovecho este festejo íntimo de ver reunidos en tantas páginas esbozadas, momentos tan especiales, recuerdos personales, sentimientos muy fuertes que son sensores del alma, para bucear en las tramas que son atmósfera y como dijo tan acertadamente Homero Manzi, busco en el tango, en sus profundidades,  la lluvia sutil que llora el tiempo, sobre aquello que quiso el corazón.

                           
Lalo Scalise, entre Vardaro y Maffia cuando era pianista en la orquesta  de éste.
                
También confieso que escuchando y seleccionando música, estoy retrocediendo a un tiempo de oyente radiofónico, de cultor tanguero a través de mi hermano mayor y los muchachos grandes que hablaban de tango. Siempre había alguno que cantaba, otro que guitarreaba y los barrios porteños tenían milongueros, fueyeros y violeros en esa colmena doméstica en que fuimos creciendo. Se hablaba y se discutía de tango. Con el tiempo supe distinguir y valorar.  A mis 18 años pinchaba música en la milonga que organizábamos en el club del barrio para comprar equipaciones de fútbol. Participé en un popular programa de televisión sobre la historia del tango. Conocí a muchos de los grandes protagonistas. Recorrí clubes, confiterías y salas de baile y sigo evocando un tiempo que caducó pero que dejó huella en muchos de nosotros, porque sigo militando  en este grupo de pertenencia.

Y después del prólogo, de la chatarrería sentimental que a veces nos envuelve, elijo un tango para celebrar con la multitud de amigos que nos en une en este blog por distintos países del mundo. La materia misma del sonido me conduce por los carriles de la música y la poesía. El ser humano tiene dos formas innatas de de comunicarse: el baile y el canto. Y Eduardo Lalo Scalise, el elegido en este caso especial, fue un pianista de lujo, que pasó al papel muchos tangos de Discépolo que el tremendo poeta le silbaba o tarareaba.

                                           


Pero además, desde pequeño se manejó en el mapa musical porteño con mucha precocidad. A sus 14  y luego de los correspondientes estudios, ya aparecía tocando el piano en distintas emisoras. A los dieciseis, reemplazaría a Osvaldo Pugliese en la orquesta de Pedro Maffia, nada menos. Con Discépolo estaría cuatro años, como colaborador, pianista, arreglador, en temporadas teatrales y viajaría  a Europa con dicha orquesta y Tania.

Luego vendría su etapa con Fresedo, sucediendo a José María Rizzuti y mostrando toda su valía. Incluso como compositor de hermosos anclajes estéticos. Uno de sus tangos que grabó la típica de Fresedo, muestra toda la luz que irradia, con  voltios poéticos incluso, porque suyos son los versos y la música, y cuyo título está en el acápite. El amor perdido, la vigilia  del alma, la intimidad silenciosa de la noche, lo llevan al exitoso músico a componer este tema tan hermoso.


Vagar...
con el cansancio de mi eterno andar,
tristeza amarga de la soledad
ansias enormes de llegar.
  
Sabrás...
que por la vida fui buscándote,
que mis ensueños sin querer vencí
que en algún cruce los dejé.
  
Mi andar apresuré
con la esperanza de encontrarte a ti,
largos caminos hilvané
leguas y leguas recorrí por ti.

Después que entre tus brazos
pueda descansar,
si lo prefieres volveré a marchar
por mi camino de ayer.

                             
Lalo Scalise al piano ensayando con Fresedo y los cantores Ruiz y Mayel

Lalo Scalise estuvo con Cobián , otra vez con Fresedo, se largó en viaje musical por varios países de América, recaló en Caracas, y allí en la capital de Venezuela encontró el amor definitivo y la muerte a los 59 años de edad. Hoy lo recuerdo con este hermoso tango suyo que suelo pasar en la milonga, grabado por la orquesta de Osvaldo Fresedo con el cantor Ricardo Ruiz, el 30 de diciembre de 1941. De paso podemos disfrutar otro tema suyo: Déjame soñar, que lleva versos de Lito Bayardo, también por Fresedo con la voz de Armando Garrido, registrado en disco el 31 de mayo de 1951.




6 comentarios:

  1. Hace poco descubrí este blog, por casualidad. Es una joyita... Te felicito por todo el interesante material de calidad que subís, da placer leerlo y escucharlo. Un saludo y estamos a la espera de más contenido

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  2. Gracias. Hay más de 1500 entradas. a veces me cuesta encontrar un motivo para publicar, tratando de evitar la repetición. No es fácil, pero... sarna con gusto no pica...

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  3. Hola José,soy sobrino de Antonio Cantó y me gustaría saber si tienes cosas de él, fotos, historias, esas cosas. Sería fabuloso poder saber más de él.
    Gracias.
    Victor O. Lamberti

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    1. Hola Víctor. Lo conocí, lo escuchaba por radio, algo de él puedo aportar fpero no mucho. En su época estaban los Zuchelli, los Nelson,Palazón, Godoy... cada radio tenía su locutor tanguero. Me acuerdo que en el ambiente cuando se referían a él, algunos le llamaban "El ladrillero", no recuerdo porque, como si hubiera trabajado en una fábrica de ladrillos...tal vez. Anduvo mucho con Di Sarli y eso fue muy importante. Publicaré algo. Un abrazo.

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  4. Esta, para mí, siempre lo he dicho, es la mejor página sobre tango de la red de la que tengo noticia. Una maravilla para los milongueros. Gracias por tu enorme trabajo, José María.

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    1. Gracias Elías,aunque hay que reconocer que Todo Tango es la más completa y tiene colaboradores de gran prestigio. Lástima la muerte de Ricardo García Blaya, que era el pilar de esa web en la cual tuve el gusto de colaborar.

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