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lunes, 28 de marzo de 2016

Atilio Stampone

Gran figura del tango, de larga permanencia en los gustos del público, aún cuando su música no fuera estéticamente bailable, no sólo arrancó de pibe en la música popular, teniendo incluso una formación musical de alta escuela, sino que atravesó diferentes etapas de la historia tanguera y sigue vivito y coleando, a punto de cumplir los 90 años de edad.

Hijo de padre napolitano y madre calabresa, le gustó la música de pequeño. Su hermano le presentó al pianista Carlos García, quien le recomendó estudiar piano con el maestro Pedro Rubbione. Con 15 años debuta en la orquesta de Roberto Dimas, y un año más tarde lo incorpora a su conjunto nada menos que Pedro Maffia. Sigue sus estudios con Vicente Scaramuzza y conseguirá una beca del gobierno peronista para ingresar en el Conservatorio Santa Cecilia, en Italia.

                                       
Atilio Stampone

Hasta lo había llamado Piazzolla para su primera orquesta en 1946, que repetirá en el Célebre Octeto. Realizará una gira por Europa con jóvenes como Julián Plaza, Alfredo Marcucci y otros; seguirá viaje en la orquesta de Eduardo Bianco, y al regreso forma orquesta con Leopoldo Federico. Ya está instalado en las marquesinas porteñas y en 1956 tendrá su conjunto propio de avanzada musical, que deja unas grabaciones muy festejadas. Lo vi de cerca cuando creó su mitológico local, Caño 14, junto a otros socios. Hizo música de películas, fue presidente de SADAIC, viajó con su música por América y Europa, acompañó a Goyeneche y Susana Rinaldi,  y sus discos reflejan la personalidad que mostró desde su iniciación en el tango.

Pero yo quiero hoy transcribir una crónica aparecida en el Diario La Nación, el 1 de enero de 1961, sobre una actuación suya con la orquesta que dirigía, y que lo emparienta con la música culta.

                                       
Orq. Piazzolla: Di Filippo, Insúa, Molo, Piazzolla, Stampone, Campoamor y Baralis


-Tanto en El Marne como en El recodo, las tres primeras partes fueron tratadas continuando los lineamientos del texto original. Destacóse en el tema de Eduardo Arolas el contrapunto entre el piano y los dos bandoneones de la cuarta parte, y el tutti final, rebosante de empuje y sonoridad. Las variaciones en el piano de Stampone, el canto de las cuerdas y la fuga con que se cerró la página de Alejandro Junnissi, fueron calurosamente recibidos por el público. En El  chupete, de Timarni y Gaudencio, el tema fue seguido fielmente en la primera y segunda partes, y al repetirse esta última en solo de piano, cambiando la armonización, la sala volvió a aplaudir entusiasta; retomó luego la cuerda una variación de la melodía, y la pieza finalizó con un hermoso diálogo entre el piano y los bandoneones.

- El arranque, de Julio De Caro, fue encarado con un cambio continuo de tonalidades sobre el tema, donde el piano expuso la melodía, apoyado sobre el fondo orquestal (repetición de una frase). Al final hubo un magnífico solo de cello, seguido del fraseo de los bandoneones, impecable por su justeza. A continuación escuchamos otra página de Julio De Caro, La rayuela, donde, luego de las dos primeras partes, el piano (sobre las notas graves) preanuncia su entrada, que se concreta seguidamente en una serie de variaciones, a las que se acoplan las cuerdas, con dominio del cello, y concluye con otra variación en diferente tonalidad. Hasta aquí los temas tradicionales: siguieron luego Danzarín y Melancólico, de Julián Plaza y Responso, de Aníbal Troilo, títulos particularmente apreciados  por la guardia nueva. En el primero de los nombrados, Atilio Stampone expuso el tema en su instrumento en forma impresionista; cantó la cuerda la parte melódica, y tras un contrapunto entre piano y violín, retomaron los arcos una variación del piano.

                             
Atilio Stampone dirigiendo la Orquesta Nacional de Tango Juan de Dios Filiberto
         


-Melancólico comenzó con un solo de piano, en el que se intercalaron frases cortadas de los bandoneones; al finalizar la intervención, igual que en el otro tema del mismo autor, la sala obligó a identificarse a Julián Plaza, anónimo ocupante de una platea, quien se puso de pie y agradeció las manifestaciones del público. Finalmente, en Responso, Stampone nos brindó una versión ambiental del clima del tango con dos solos de piano, donde se mezclan los temas de la primera y segunda partes.

Después de esta exégesis del crítico musical de La Nación sobre las excelencias musicales de la orquesta de Atilio Stampone, yo me limitaré a acompañar la misma con dos de los temas citados, que grabara este afortunado intérprete con su formación. Y así corroboramos con la oreja la crónica que acabamos de leer. Los músicos que formaron en esta orquesta para la grabación, fueron: Enrique Mario Francini, Mauricio Mise, Natalio Finkelstein, Nito Farace, Carmelo Cavalaro y Rodolfo Fernández en violines. Víctor Casagrande en viola, Santiago Fuster en violonchelo y Enrique Marchetto en contrabajo.Leopoldo Federico, Atilio Corral, Mario Longo y Jorge Luongo en bandoneones, y el director al piano.


Vamos con los dos temas: Primero El recodo y a continuación Melancólico. Dos obritas de arte.

2-2- El recodo - Atilio Stampone

1-4 - Melancólico - Atilio Stampone






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