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miércoles, 3 de junio de 2015

Una vez

Las letras de tango reflejan el desamor, tan frecuente en las vidas de gente que conocemos, amigos, artistas, hombres y mujeres públicas, parejas que parecían soldadas ante la desventura de los tiempos y las sombras de nostalgia y tristeza que se desprenden de tales rupturas amorosas que se nos antojaban enamoradas para siempre.

Los hermosos versos que ideó José María Contursi en la parva de tangos que le dedicó a la lejana Grisel, son toda una antología del género. Y no se le agotaba la imaginación al Catunga que siempre se sacaba otro poema para recordarla con tristeza y dolor. Pero, además, se superaba constantemente y era uno mejor que el anterior y así sucesivamente. Páginas eternas que no mueren nunca y envejecen como los buenos licores, porque se trata de historias universales maravillosamente  descriptas.

                                                      
Homero Expósito tuvo un amor juvenil en Zárate, que se cortó abruptamente, y como lo contaba su hermano Virgilio, nunca pudo superar aquel romance frustrado. No hay más que detenerse en Naranjo en flor para comprenderlo. Tremendo el recuerdo.

¿Qué le habrán hecho mis manos?
¿Qué le habrán hecho
para dejarme en el pecho
tanto dolor?

Y lo mismo sucede en la narración de Yuyo verde, otro hermosísimo tango que musicalizó Domingo Federico:

¿Dónde estás?...¿Dónde estás?...
¿Adónde te has ido?...
¿Dónde están las plumas de mi nido,
la emoción de haber vivido
y aquel cariño?... 

                                                   

                                               


 Homero Manzi no se queda atrás. Poeta enamorado de la vida y del amor, dejó páginas maravillosas en este sentido. La letra de Ninguna, por ejemplo, es tremenda por el dolor que refleja en la pérdida y con la cual Raúl Fernández Siro ideó la música.

Es tan triste vivir entre recuerdos...
Cansa tanto escuchar ese rumor
de la lluvia sutil que llora el tiempo
sobre aquello que quiso el corazón. 


Los versos de Le Pera, algunos de Discépolo relativos al dolor del desamor, son clásicos del género y ejmplares en su construcción. Cátulo Castillo en su tango Desencuentro, suelta un latigazo poético tremendo, cuando pinta la frustración de la traición en el amor.

Quisiste con ternura, y el amor
te devoró de atrás hasta el riñón.

Qué fuerza tienen estas estrofas. Qué manera de relatar las vicisitudes de los romances pasionales. Podría seguir describiendo muchos más, pero hoy me emberretiné con este tango que el mismo Cátulo compuso con Osvaldo Pugliese y que nombro en el título de la nota: Una vez.

                                         


Lo grabó magistralmente Pugliese con Alberto Morán en los cantables, en esa media voz que colocaba al principio el Flaco, en el tipo de letras que forjarían su fama y poblarían el repertorio de este cantor. Muy buena versión que enriquece los versos de Cátulo y la música de Don Osvaldo. Mirá la discepoleana que  se manda acá Cátulo:

un mal querer me hizo así,
gané en el perder, ya no creí.

Me encanta este tango y la melancolía que emana de él al escucharlo. Curiosamente, Osmar Maderna con su orquesta y el cantor Pedro Dátila, lo grabó una semana antes que Pugliese, el 31 de octubre de 1946. Osvaldo Pugliese con Morán lo hizo el 8 de noviembre del mismo año. Y les traigo ambas versiones para que saboreen y comparen, porque Maderna también apuntaba alto.

Una vez - Osmar Maderna-Pedro Dátila

Una vez - Osvaldo Pugliese-Alberto Morán



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