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jueves, 4 de septiembre de 2014

Osvaldo Zotto

Este año se cumplió el cuarto aniversario del fallecimiento de uno de los mejores bailarines que ha dado el tango en Argentina. Osvaldo Zotto, hermano menor de Miguel Ángel, tenía apenas 46 años en el momento de su sorpresiva partida definitiva.

Tuve el gusto de presentarlo en dos festivales en Madrid y me unía a él una buena amistad porque era un muchacho humilde y nunca se le fueron los humos a la cabeza aunque fuera un grande de verdad en este rubro. Además su estilo es el que más se identifica en lo que yo siento como manera de bailar el tango.

                                                 


En 1997 formó su gran pareja con Lorena Ermocida y después de recibir aplausos en todos los países donde actuaron,y en los mejores Festivales, fueron contratados por Julio Iglesias para sus conciertos de tango, y dieron la vuelta al mundo con el cantante español. En Los Ángeles actuaron respaldados por la Orquesta Sinfónica del Hollywood Bowl ante 50.000 personas. La pareja Osvaldo-Lorena recibió un premio especial de la Unesco. Pero Osvaldo siguió siempre fiel a sus raíces y a sus amigos. Por eso nos dolió tanto su triste final.

                                    

Me gusta recordarlo bailando en sus grandes noches estelares, desde los humildes comienzos hasta su desfile por los Grandes festivales o en la Compañía Tangox2, de su hermano Miguel Ángel, en la que brilló con luz propia.

En su momento le dediqué este poema que hoy rescato.


ESTAMPA DE OSVALDO ZOTTO

                                                             
                                                                         “Reo sentimental, hermano de arte
                                                                                     llevás un corazón como estandarte
                                                                                     más grande que el Palacio de Barolo!”
                                                                                                                Celedonio Flores
                                                                   
Pinta orillera, morocho engardelado,
perfil de guapo gayeado en entreveros;
templanza en el andar de milonguero,
pisada de pantera, camino al doctorado.
     
     Salió de Ballester, cuna y vivero
    buscando plaza en el tinglado,

El frate le da el pase y bien bancado
con la ganzúa de su cuore fogonero
-donde el gotán solo admite bastoneros-
abre puertas de parqués y embaldosados.
    
    de apronte bien relojeado
    sarpando de los plagieros

La garlopa de sus epis imantados
lo esmaltan con un aire carrieguero:
aroma de zaguán, feca y potrero
y humildad, como poncho del mentado.
      
      Le da lustre con esmero
     a un nombre ya remanyado.

Puso y ganó, acá y en todos lados:
Por su imprevisto dibujo matricero,
se rindieron a su porte arrabalero
y su cadencia al compás del nacarado
     
    Exprime su cuore cadenero
    y deja un legado milonguero
    con su chogán en el parqué
                                             sangrado.


Y para cerrar la recordación nada mejor que verlo en la pista, especialmente junto a Lorena Ermocida la pareja perfecta para su baile elegante y bien milonguero. Es una síntesis perfecta para disfrutarlo.






                            

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