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sábado, 14 de diciembre de 2013

Chamuyando con Pichuco

Me tocó compartir algunas mesas con Aníbal Troilo. Una veces en grupo y otras solo. Y tener unas cuantas chamuyetas que me acompañan de por vida. Puede servir para pintar a un personaje. Me firmó una hermosa fotografía que le hizo Annemarie Heirinch en su estudio, con una dedicatoria entrañable, que tengo sobre mi escritorio. Un vez comenté en la rueda que tenía el libro de los Bates, con reportajes a gente de la guardia vieja y no lo podía creer. Me pidió si se lo podía prestar porque era un libro que estaba perdido. Me lo regaló un coleccionista cuando intervine en un sonado concurso de televisión contestando sobre la historia del tango. Se lo presté y nunca más lo volví a ver. Típico en Pichuco. Pero me lo compensó con su atención.
Y esos ratos que pasé con él, merecieron la pena porque estando en España volví a conseguir otro ejemplar de dicho libro.

Troilo en el Teatro Casino, haciendo Ronda de ases. A su der. centeya, Barquina, Floreal, Font Saravia.

Acá van algunos momentos de esas charletas.

-¿Cuáles eran tus ídolos como futbolistas?
-Varios. Todos los de River, pero especialmente Bernabé. No sabés lo qué era. Siempre pensaba que iba a matar a algún contrario de un taponazo. ¡Cómo le pegaba! Y era un ídolo total. Llenaba las canchas él sólo. Después chamuyé mucho con Bernabé cuando tenía el Bar Pichín en la calle Maipú.
-¿Y de La Máquina?
- Uhhhhh...Qué equipo. Pedernera tenía la geografía de la cancha en su cabeza y sabía todo. Te ponía la pelota siempre en el lugar justito, con zurda o diestra. Labruna era el goleador nato. El loco Lostau se corría toda la cancha y tenía un garfio en la zurda. Y Moreno era todo, Era el coraje, la guapeza, el ejemplo.
-Sobre todo en la noche....
-Sí, Moreno era la noche. Ganaba en todos lados. En la cancha y en la noche. Había tirado guantes y le gustaba cada tanto recordarlo... Era guapo de verdad. Y contagiaba, cómo contagiaba...

                                       
Pichuco entre Labruna y Loustau, ala izquierda de La máquina.

Estábamos en la terraza de Re  fa si, en Mar del Plata que regenteaba mi amigo Leonardo Izzo. Había llegado temprano y se sentó conmigo.
-Aníbal, yo soy fana de Orlando Goñí. Para mí fue el más grande tocando el piano, en el tango.
-(piensa)...Sí era un genio, pero un loco. Nunca podías saber cuál te tocaba esa noche. El loco o el genio. O el genio loco. Ahora, cuando se ponía y estaba con las luces empujaba, cómo empujaba.
- Es que esas grabaciones, del 38 y los 40, me ponen a mil revoluciones en la pista.
- Íbamos un poco rápidos. Y él tenía ese swing, qué se yo. No tenía pinta de pianista. No usaba los pedales... tocaba con las gambas abiertas, pero de repente nos iluminaba, sí, nos iluminaba. Un loco.

                                             
Fiorentino y Orlando Goñi


-No llegué al Tibidabo, contame algo de esas noches.
-(se iluminan sus ojos). Era la noche. Toda la noche de Buenos Aires. Todo el tango. Y teníamos esa locura, éramos jovenes, una polenta bárbara y veías a la gente del tango que estaba ahí y te agrandabas. Claro, era como que te daban cuerda...
-¿Quiénes, por ejemplo?
-Y... Manzi, Razzano, Cadícamo, Cátulo, Expósito, Discépolo, el Catunga, Bahr... ¡Qué gente, por Dios! Y alguna vez nos prendimos con Goñí, mirá vos y nos enchufamos, sí... nos enchufamos y eso se venía abajo...
-Estaba la historia del tango.
- Sí al principio medio te encogías un poco pero en cuanto arrancábamos nos íbamos creciendo. Manzi era como el termómetro del tango. Lo máximo. Su barbeta infundía respeto y nos obligaba. ¡Qué tipos..! Lástima que la vida sea tan corta...
-Y estaba Fiore.
-Sí, él arrancó con nosotros en el Marabú. Y se quedó todavía un par de años en el Tibidabo.
-¿Por qué fue decayendo cuando se fue de tu orquesta?
-...Y, esas cosas del raje. Con nosotros tenía un raje bárbaro. Aunque le costaba, a veces le costaba. Pero como era músico, enganchaba bien . Sí, después se fue apagando... ¡Pobre Fiore!

                                           


-Gobbi me hablaba de cuando se juntaba con vos y con Pugliese y laburaban juntos.
-Es verdad, en esa época agarrábamos lo que venía y no nos preocupábamos del nombre del grupo.¡ Pobre Alfredito, era un ángel! Y creo que de los tres era el que más talento tenía. Pero no tuvo suerte en la vida, no tuvo suerte... A veces escucho algún tema suyo y me quiero morir...¡Qué músico!
-Rivero dice que cuando estrenaron Sur en el Tibidabo no se oía ni el vuelo de una mosca.
-Ah...sí...estábamos en trance estábamos... Y me parece que se enganchó todo. El barba tenía esa cosa que nos infundía, qué se yo... me inspiró y salió todo para fuera. El gaucho Rivero lo hizo como nadie y creo que estábamos todos flotando... Me parece verlo al Barbeta, ahí sentado con los brazos cruzados bajo la panza, y su sonrisa... Sí, fue una noche algo mágica.

                                   

No era fácil arrancarle las palabras a Pichuco. Como si temiera decir algo inconveniente y molestar. Sólo una vez, me tocó verlo defendiendo a Alfredo le Pera con tono fuerte, porque increíblemente, nunca supe porqué, pero no era una figura muy querida en el ambiente. Y Pichuco esa noche lo defendió con bastante vehemencia. Y con mucha razón, por supuesto, porque Le Pera fue un grande.

Tengo grandes recuerdos del Gordo. De Relieve, del Caño 14, de la milonga. De radio El Mundo. Del bolichito que estaba pegado a la radio. de otros comentarios suyos. Pero hoy me dio como un refusilo, que diría Carlitos Roldán, y quise recordar cosas suyas. También viví alguna con Antonio Carrizo y Pichuco, pero simplemente quería tenerlo acá, como entonces...

                                     

El gordo escribió un tango para que Discépolo le pusiera música. Pero Enrique se fue a México donde estuvo un tiempo y el Catunga Contursi se lo pidió para ponerle versos, en los que sigue añorando a Grisel. Y así nació Toda mi vida. Lo habré escuchado 500 veces pero la otra noche iba en el coche lo volví a oir y me sigue estremeciendo esa contrapunto que hace con Goñi, el milagro del piano de éste y esa voz de Fiore, única. ¡Qué maravilla! Cuando Fiore termina su parte, el gordo mete sus dedos en el teclado del fueye y mientras lo escucho dibujar, me parece estar viéndolo. Lo grabaron el 4 de marzo de 1941. Paren la oreja.

02- Toda mi vida - Aníbal Troilo-Fiorentino






3 comentarios:

  1. como me puedo contactar contigo?

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  2. mejor dicho, si podes escribime a kk2010kka@yahoo.com.ar

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  3. Dejame un correo. Yo lo apunto y te escribo. Y luego borro tu respuesta.

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