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domingo, 10 de febrero de 2013

Tangos europeos con Sassone

Florindo Sassone fue un tanguero de la cabeza a los pies. Recibido de profesor de violín, como buen porteño del barrio de Liniers, le tiraba el tango y a él se entregó desde el primer momento.

A los 18 años, y luego de haber estudiado armonía, se alistó en la orquesta de Antonio Polito. Al año siguiente daría un salto considerable al encaramarse en la fila de violines del triunfante Roberto Firpo. Y en 1933 ingresa en una orquesta que lo marcará para siempre: la de Osvaldo Fresedo.

La gran época con Jorge Casal
      
A partir de ese momento,  Pedro Florindo Sassone bucea en el ritmo enfoscado, esa summa estética que determina un poder de sugestión musical. Las transfusiones estilísticas lo ubican entre las químicas de Fresedo y Di Sarli por el poder de la admiración, que no puede soslayar.

Nunca llegará a los primeros planos, que están copados y porque el tango está en su apogeo, vigorizado con las grandes estrellas que convocan multitudes y venden discos como si fueran bizcochitos de grasa. Pero de repente aparece un cantor enorme como Jorge Casal en su orquesta y el director desvía la atención y las orejas de los tangueros hacia esa formación. Se produce entonces el tambaleamiento de la mirada única y jerarquizada.

Hay en la orquesta de Florindo Sassone un spleen moderno, romántico, que bebe en las fuentes, sin capitular ante la nostalgia. Es fresediano, es disarliano sin ocultarlo, pero va en procura de su propio sentir tanguero, siempre propenso al melodismo.


Y su orquesta permanece en planos importantes, salvo alguna etapa -de 1940 al 46- en que se dedica a otros menesteres. Cuando vuelve es cuando comienza su etapa importante, sobre todo al contar con un cantor como Casal, en plenitud de sus fuerzas vocales e interpretativas. Pasarán cantores de fuste por la formación pero el descubrimiento de Casal, que se irá con Troilo, le sirve de palanca de apoyo al haber abonado el peaje para llegar al gran público.

Por eso estuvo en el Teatro Colón, en aquel Festival que se hizo el 17 de agosto de 1972, al cual tuve la inmensa fortuna de asistir. Acutó la orquesta de Sassone, como también las de Aníbal Troilo y Horacio Salgán. Y desfilaron por el escenario, con el Teatro a reventar, el Sexteto Tango, el Conjunto 9 de Ástor Piazzolla, Edmundo Rivero y el Polaco Goyeneche. Belleza total.

Podría decir más cosas de este músico pero hoy lo traigo al Blog en una faceta que lo distingue de sus pares. En algunos momentos decidió incorporar a su repertorio, tangos europeos, temas distintos al emblema original, de otro palo, aunque se emparienten con la familia.

Con su estilo romántico, melódico, logró de esos temas europeos trasplantados a la carpintería de la orquesta típica que dirigía, darles un halo iconoclasta,con los mecanismos musicales de la seducción.

Y registró numerosos tangos de ese origen, jaspeando la superficie, inyectándoles su melodismo.

Vamos a recordarlo en esa tarea recreando el sprit of the place (el alma del lugar) pero respetando los límites del tango en que está formateado el director.

En este caso se trata de Tango nocturno y Tango de las rosas que interpretó de esta guisa.

Tango nocturno

05- Tango de las rosas

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